En otra de las excursiones que realizamos vimos claramente un rastro de una manada de licaones (uno de los predadores que me faltaba por observar). Empezamos a seguir su rastro, pero siempre parecía que acababan de pasar y se habían esfumado. Fue bastante emocionante y divertido, pero no tuvimos la satisfacción de verlos, por lo que siguen en tareas pendientes.
Esto de realizar una búsqueda de un determinado animal es de lo más divertido que se puede hacer en África, y si al final tienes la satisfacción de encontrarlo, pues mejor. Pero la actividad de por sí ya es muy emocionante.
A la vuelta al campamento, tuvimos ocasión de observar otro de los anocheceres africanos, que le han dado fama mundial. Un grupo de buitres encaramados a un árbol, con las nubes de tormenta al fondo y el Sol poniéndose entre las nubes. Atardeceres mágicos africanos.