Al llegar a Los Angeles por la mañana, nos dicen que han reservado una habitación de hotel para que podamos desayunar, ducharnos y descansar un poco y que en un par de horas nos recogerían en el hotel para ir al aeropuerto y retomar el recorrido de vuelta, ya que están buscando una combinación que nos lleve a casa.
Como las maletas seguían en el avión, en el hotel (más que un hotel parecía un centro comercial) tuvimos que comprar camisetas, desodorante, etc.
Cuando llegamos al aeropuerto nos comunican que ya han encontrado la solución y una amable señorita de color, a la que no se le entendía nada, nos empieza a decir que vamos a ir a Naples. Claro, nosotros no íbamos a Nápoles, íbamos a Madrid y le insistimos varias veces que nosotros a Naples no, que vamos a Madrid y ella insistía en que no nos preocupáramos que íbamos a Naples. Después de un rato de esta conversación de besugos nos enteramos de que lo que nos estaba diciendo es que el vuelo que salía de Los Angeles iba a Minneapolis (parece ser que se pronuncia como Naples, ignorantes de nosotros que no sabíamos que para ir a Londres nos hacían ir casi hasta Canadá) y en ese sitio tan pintoresco cogeríamos un vuelo a Londres para retomar ya nuestro recorrido final hacia Madrid.
Entre unas cosas y otras, más de dos días de viaje y por supuesto que llegamos un día más tarde a trabajar, cosas del directo.
Un consejo: cuando tengáis que hacer viajes tan largos y con tanto cambio de avión, lo mejor es que lo contratéis todo con la misma compañía, porque si os pasa lo que nos pasó, son ellos los que se encargan de todo. Si has contratado, por ejemplo, el vuelo de Los Angeles a Londres con otra compañía, no se harían cargo de los cambios que habría que hacer porque no es su problema.
Finalmente llegamos a Madrid.
Muy interesante. Y muy bienas fotos.