LAPONIA SUECA

PRIMERA PARTE

Galliväre

Buenos días queridos lectores. Hoy os traemos la primera parte del reciente viaje a Laponia Sueca. En esta ocasión, el Fotógrafo viajó al Círculo Polar Ártico en busca de las elusivas auroras boreales. 

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Esperamos que os guste.

El Viaje.

Uno de los viajes que siempre he tenido como objetivo son las visitas a las tierras por encima del Círculo Polar Ártico en invierno. Sobre todo, por la grandiosidad de los paisajes nevados y por la posibilidad de ver auroras boreales, así como la fascinante fauna que allí habita, aunque lo de verla es otro tema. Hasta ahora había hecho dos viajes a estas latitudes: Noruega en verano (no había nieve y las auroras, con el sol todo el día en el cielo, era imposible verlas) e Islandia al principio de la primavera (aunque hubo posibilidad de ver las auroras, las nubes opinaron lo contrario y me volví con las ganas) (hay que ser pringado para ir dos veces a ver auroras y no verlas).

Este año, después de un montón de meses encerrado y sin viajar, surgió la posibilidad de realizar un nuevo viaje a la zona norte de Suecia y me apunté sin pensarlo.

La necesidad de viajar, el planteamiento del viaje y las perspectivas no me permitieron decir que no. Vamos, como dicen en El Padrino, era una oferta que no podía rechazar.

Los preparativos fueron intensos con test de antígenos, maletas, equipo fotográfico, etc. Todo fue de maravilla y me fui para Barajas. Las rutinas de los aeropuertos no se olvidan, a pesar del tiempo sin viajar, y cuando el piloto arrancó los motores, el olor a queroseno hasta me emocionó un poco. Parece mentira que una cosa tan trivial y a la que estaba acostumbrado pueda impresionar tanto.

Aeropuerto Suecia

Vuelo perfecto a Estocolmo (con el avión medio vacío) y conexión a Lulea (con el avión abarrotado). Una vez llegados y fuera del aeropuerto, primera impresión: no hace falta llevar mascarilla, así que fuera con ella. Vamos en un grupo bastante cerrado, con todos negativos de Covid y no hay riesgo.

Llegada a Laponia Sueca.

Lulea es una ciudad costera con un golfo que en invierno se hiela totalmente con una capa de más de un metro de espesor; estamos en la zona interior y la influencia de la corriente del Golfo (que atempera las temperaturas en Noruega) no llega hasta aquí.

Lulea, Suecia

En el mar helado las autoridades habilitan un recorrido sobre el hielo de unos cuantos kilómetros para poder pasear o correr o montar en bicicleta (sí, montan en bicicleta por el hielo). Allí estábamos nosotros caminando con mucho cuidado por el hielo, cuando se nos acerca una señora con una especie de trineo de mano para poder deslizarte y nos dice que allí los tenemos. Lo primero que pensamos es que será la del alquiler de los artilugios, así que nos dirigimos a cogerlos y, para nuestra sorpresa, eran gratis y estaban perfectamente colocados en su sitio. Aquí piensas, si esto lo hacen así en España: alguno se lo lleva a su casa en lugar de devolverlo, lo dejas donde se te ocurre y no lo devuelves a su sitio correcto (no hay que ver lo que pasa con los patines eléctricos y las bicicletas) y habría que tener personal del ayuntamiento buscando los trineos para colocarlos en su sitio. Así que nos cobran, nos hacen dejar un documento de identidad y hasta pagar una fianza.

Fotógrafo en trineo, Suecia

Al principio vas con miedo, pero vas cogiendo confianza y se va muy seguro y es bastante divertido. Posteriormente vi que mucha gente lo tenía para desplazarse de forma habitual por las aceras heladas.

De ahí nos fuimos a Gammerstadt. Esta pequeña ciudad de casas de madera pintada de rojo es patrimonio de la humanidad y es una gozada pasear por sus calles con más de un metro de nieve sin pisar (en invierno vive muy poca gente allí). Una recomendación; no es conveniente morirte allí en invierno, pues, como puedes ver en la foto, es un poco complicado que te entierren (el Fotógrafo siempre la alegría de la huerta).

Seguimos nuestro camino hacia Galliväre, donde íbamos a pasar nuestra primera noche dentro del Círculo Polar Ártico (CPA) y posibilidades de ver auroras boreales.

Gammelstadt, Suecia

En un momento del camino vimos varios coches parados y un alce tumbado en la carretera. Lo primero que pensamos es que le habían atropellado, pero lo único que pasaba es que se había tumbado tranquilamente a descansar en la carretera y los coches se habían parado para evitar que la atropellasen. Aunque no era el lugar ideal, primer alce que he visto.

Un poco antes de llegar a Jokkmokk (Suecia) está el CPA y allí que nos paramos a hacernos la foto de rigor, que para eso somos turistas y hay que ejercer de ello, que luego nos quitan el carnet preferente y perdemos las ventajas. Como siempre, aquí también, algún gracioso se había dedicado a poner pegatinas en el cartel. Tontos hay en todos los sitios.

Círculo polar Ártico
Gammelstadt
Gammelstadt iglesia

Jokkmokk es la capital de Laponia Sueca y suelen hacer un mercado de productos lapones muy chulo; eso es lo que nos habían dicho, porque con la pandemia ya no se hace, así que tuvimos que imaginárnoslo. Comimos en una pizzería/kebab de un sueco muy gracioso y simpático y tienen una pizza de carne de reno y crema de arándanos que está buenísima.

Jokkmokk, Suecia

Galliväre.

De ahí fuimos directos a Galliväre porque se hacía tarde y con las restricciones de horarios (cierran restaurantes a las 20,00) iba a ser complicado comer algo a la llegada.

En Galliväre nos comimos nuestro primer perrito gasolinero; en muchas gasolineras tienen una parte con venta de perritos calientes que están muy muy buenos y es una buena opción para tener flexibilidad a la hora de cenar y de ver auroras boreales, que tienen la mala costumbre de verse solo por la noche.

Una vez alojados nos dirigimos a nuestro primer intento de ver auroras en el lago helado de la ciudad. Ese día no estaba anunciada una actividad muy fuerte, pero nos preparamos para intentar verlas. El tiempo acompañaba, pues estaba despejado, pero, al estar muy cerca de la ciudad y con una pista de esquí con todas las pistas iluminadas muy cerca, había mucha luz ambiental.

Al cabo de un rato, empezaron a aparecer las primeras luces verdes por encima de los árboles. Fue un momento bastante emocionante, a mí me parecía maravilloso (aún no sabía lo que nos iban a deparar en los próximos días). Con mi habitual habilidad no había comprobado bien el equipo y no recordaba cómo se ponía en manual el objetivo elegido, así que las fotografías quedaron un poco desenfocadas y cuando por fin me decidí a cambiar el objetivo, solo pude hacer un par de fotos aceptables.

A pesar de todos los inconvenientes y problemas, era la primera vez que veía una aurora boreal y, aunque no fue muy impresionante (por las fotografías que había visto de otra gente y por lo que nos comentó Roberto), a mí me pareció impresionante.

Galliväre

Enseguida se nubló y lo poco que se veía dejó de verse; como las expectativas para el día no eran muy buenas y al día siguiente teníamos un día duro de camino, decidimos irnos al hotel, con la satisfacción de haber visto nuestra primera aurora boreal.

Aquí acaba la primera parte del viaje y antes de seguir presento al grupo: Auxi y Carlos, Mila y Javier, Sele (nuestro autor de El rincón de Sele) y Roberto (nuestro guía y conductor).

Foto de grupo, Luisfotonature

Auroras Boreales.

¿Qué es una aurora boreal?

Nuestro astro, El Sol, emite continuamente radiaciones solares en forma de corrientes magnéticas. Cuando esta masa solar llega a nuestro planeta, el campo magnético las desplaza hacia los polos, creándose las auroras: boreales en el hemisferio norte y australes en el sur. Para avistarlas es necesario estar dentro de los Círculos Polares (muy al norte o muy al sur), aunque cuando tienen mucha potencia se ha podido observar en latitudes más centrales.

El que las auroras boreales sean más famosas que las australes es sencillamente porque es donde hay tierra y es más fácil desplazarse a verlas (en el sur solo se verán en la Antártida y ahí es difícil y costoso ir, sobre todo en el invierno austral).

El color predominante es el verde, pero también se pueden observar tonos rojizos o morados, según la intensidad de la aurora.

Estas formaciones se dan durante todo el día, pero es necesario que haya oscuridad para que sean perceptibles, y por eso no se ven durante el día. Durante el verano polar, al haber luz durante gran parte del día, no es fácil verlas.

Así que si quieres verlas tendrás que organizar un viaje a finales del invierno o finales del otoño, ya que en pleno invierno hace demasiado frío y no hay casi horas de luz, por lo que a ver qué haces el resto del día.

Ahora que sabéis cómo son, tendréis que esperar al siguiente post de Laponia Sueca para verlas.

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Alejandro
Alejandro
3 years ago

Me he quedado con ganas de ver las auroras boreales… Estoy deseando que salga el próximo post!!

Brujabr
Brujabr
3 years ago

Muy bueno, la verdad.

Chus
Chus
3 years ago

Impresionantes las fotos! Las auroras boreales, la cascada congelada…
Un viaje para incluir en mi lista de deseos!