El principal problema de este magnífico animal es su gran especialización a la hora de alimentarse. Depende totalmente de la formación de la banquisa polar (hielo sobre el océano, que en el Polo Norte no hay tierra) para poder cazar, y la necesita durante un tiempo considerable para poder adquirir suficientes calorías y así aguantar el resto del año casi sin comer, bien porque sea una hembra preñada que va a tener ositos y se va a su cueva o porque va a deambular por la costa alrededor de su hábitat durante unos cuantos meses.
El problema es que, debido al calentamiento global, esta banquisa se forma cada vez más tarde, se deshiela cada vez antes y no es tan consistente como tiempo atrás, lo que hace que les cueste mucho más cazar, alimentarse y adquirir las calorías necesarias para aguantar.
Es muy difícil que esta tendencia de calentamiento se detenga ya y aunque consigamos frenarla algo, no parece que el oso polar vaya a tener tiempo de adaptarse.
Por ello, una de las especies que han aparecido en la Tierra hace menos tiempo tiene muchos números de desaparecer en unos pocos años, marcando otro hito negativo en nuestro deambular por este planeta.