LA ANTÁRTIDA. USHUAIA Y MAR DE HOCES

Ushuaia y mar de hoces

Ya estoy otra vez por aquí, entusiastas lectores. Tras un invierno un poco ocupado con otros viajes (no os preocupéis que ya os los contaré) y con diversos talleres de fauna española, que también está muy bien, he encontrado unos días para poder contaros más cosas de este apasionante viaje al confín del mundo o más allá.

La única manera de llegar más o menos rápido (a no ser que vayas en avión que no es muy frecuente) a La Antártida es desde Ushuaia, Argentina.

Ushuaia ya merece la pena un viaje, pero ya que pasas por allí, pues lo ideal es guardar un par de días a la ida y otro a la vuelta para visitar la zona. Hay que tener en cuenta que los barcos no esperan y es mejor llevar un par de días de más por si hay algún imprevisto con los vuelos.

Si os habéis perdido alguno de los post anteriores podéis verlos en la pestaña de POSTS. Podéis seguirnos en INSTAGRAM para no perderos ninguna actualización.

ÁRBOL TORCIDO

USHUAIA

La ciudad de Ushuaia se encuentra situada en la Tierra del Fuego, llamada así por los fuegos que encendían los nativos para calentarse y que los expedicionarios veían desde los barcos. Está rodeada por agrestes montes y bosques de ñires y lengas, árboles muy resistentes a las duras condiciones de viento y frío que se dan en la zona.

En la misma Ushuaia se puede disfrutar de numerosas aves en las playas: Neuquén, gansos, charranes, avefrías, ostreros, bandurrias, caracaras, pájaros carpinteros e incluso algún mamífero como es el caso de un visón americano o mapaches, aunque por desgracia sean especies invasoras introducidas por el ser humano.

Pájaro
Antártida
PÁJARO

ISLA MARTILLO

Una de las excursiones más interesantes para hacer desde Ushuaia es a la isla Martillo.

Esta isla es una reserva privada y en ella hay colonias de varias dos especies de pingüinos: Papúa o Juanito (Pygoscelis papua) que se ven también en la Antártida y magallánico o patagónico (Spheniscus magellanicus). Este último es muy parecido a los de El Cabo, de Humboldt y de Galápagos y están habituados a temperaturas algo más cálidas que los pingüinos antárticos y preantárticos. También suele haber una pareja de pingüinos rey (Aptenodites patagonicus) el segundo más grande del mundo después del emperador; cuando visitamos la isla solo estaba uno de los dos miembros de la pareja.

Además, en el camino pudimos ver unas lengas espectaculares totalmente moldeadas por los fuertes vientos que se dan en la zona, como si tuvieran continuamente la melena al viento y otras aves como cormoranes, gaviotas, buitres, caracaras, petreles y también unos leones marinos que se han acercado a la barca mientras íbamos a la isla.

Pingüino

Además de la experiencia de la isla y demás animales, la comida en Ushuaia es espectacular, principalmente el pescado, claro. Tienen unas centollas impresionantes y lo mejor de todo para mí, una merluza negra que no he probado cosa parecida y a unos precios muy asequibles, pues la devaluación continua del peso argentino hace que el cambio sea muy ventajoso.

Un consejo, no cambiéis pesos en el aeropuerto ni en España, cambiar allí que en todas las tiendas y restaurantes te hacen el cambio oficioso, aunque es más bien oficial, y sale muy bien. Hasta pagando con la visa me hicieron el cambio oficioso.

Pingüino

MAR DE HOCES O PASAJE DRAKE

Al día siguiente nuevo paseo y después de comer embarcamos en nuestro buque que, como no podía ser de otra manera, se llama MV Ushuaia. Es un antiguo barco científico reconvertido para el turismo, con una capacidad para unos 100 pasajeros. No es de los más grandes, pero está muy chulo.

En el camarote, que no es muy espacioso, pero cabe todo bastante bien (tampoco vamos a hacer mucha vida en él, a no ser que te marees) y para mí es la primera experiencia pasando tanto tiempo en un barco.

Lo primero que hace la tripulación, además de presentarse, es darnos las instrucciones de seguridad y de comportamiento a bordo, sobre todo mientras dura la travesía del Mar de Hoces, y de los desembarcos. Nos facilitan pastillas para el mareo, no valen las light que podemos traer desde casa, y os aconsejan tomarlas, aunque no nos mareemos habitualmente. Mi compañero Alberto se olvidó de tomarlas el primer día y estuvo bastante fastidiado toda la travesía (él sí que utilizó mucho el camarote) aunque a la vuelta se las tomó y se mareó igual. Del resto de integrantes del grupo solo se mareó Jorge.

Barco

La travesía es bastante divertida, si no hace mal tiempo, pues puedes salir a las diferentes cubiertas para hacer fotos, puedes acceder al puente de mando y te van dando charlas sobre la Antártida (historia de su descubrimiento, formación, clima, etc.) y de la fauna que nos encontraremos. También ponen alguna película, pero lo mejor es estar fuera, eso sí bien abrigadito, viendo las aves que van acompañando al barco y disfrutando de la experiencia. Te sientes como si fueras uno más de los exploradores que navegaron por esas aguas hace más de 100 años, pero con un poco más de seguridad. Una vez que estás allí te das cuenta de lo complicado que debió ser navegar por estas aguas con barcos de vela, en los que dependías totalmente de las condiciones meteorológicas y aprecias el valor que tenían al meterse en estas aventuras. Igual lo que tenían en casa era peor, así que por qué n o ir a buscar cosas mejores, claro que muchos no volvieron.

PATO
AVE VOLANDO

Las aves que más nos acompañan son petreles gigantes del sur (Macronectes giganteus) en sus dos morfos, claro y oscuro, petreles del Cabo o damero (Daption capense), pardelas, fulmar antártico (Fulmarus glacialoides) y varios tipos de albatros.

Los albatros son aves pelágicas, como las anteriores, que se pasan toda su vida en el mar, no posándose en tierra más que en la época de cría. Como muchas aves forman parejas de por vida y suelen anidar en islotes poco habitados y alejados de la presencia humana (como ya conté en mi viaje a Nueva Zelanda hay una colonia de anidación de albatros que es la única en un sitio bastante accesible). Los albatros tienen una envergadura muy grande, sobre todo el errante y el real que llegan a tres metros y medio. En nuestra travesía disfrutamos del cabecigrís (Thalassarche chrysostoma), de ceja negra (Thalassarche melanophris) y el errante (Diomedea exulans), aunque era un joven.

ALBATRO

Para mí, ver a los albatros volar al lado del barco, planeando sin aparente esfuerzo (utilizan en todo momento las corrientes de aire para planear y mueven muy poco las alas) con la envergadura tan impresionante que tienen, poniendo las alas perpendiculares a la superficie del océano es uno de los espectáculos más divertidos y emocionantes que puede haber. No me canso de verlos.

ALBATRO ANTÁRTIDA
ALBATRO ANTÁRTIDA

Y así, tras dos días de navegación, entretenidos con charlas, lecturas, comidas (muy buena y variada la comida del barco), avistamientos de aves pelágicas y múltiples fotografías empezamos a ver aves que son más de tierra como los cormoranes o charranes y se empezó a vislumbrar a lo lejos, en lontananza diríamos más bien, la fina línea que indicaba que nos acercábamos al destino de nuestro viaje, la Península Antártica y las islas de la zona. Es muy emocionante ver por fin ese continente tan anhelado por la humanidad durante cientos de años y al que ahora llegamos de forma relativamente fácil; la emoción de verlo por primera vez no es fácil de describir, pero es algo que merece la pena y mucho.

Ahora esperamos a que Jorge y Alberto se recuperen de su experiencia de marineros de riachuelo y abandonen el tono verde oliva que han adquirido y con la visión del continente helado y anhelado en lontananza os dejo hasta la próxima entrega de esta fascinante aventura.

Nota sobre el mareo: por suerte a mí ahora el mareo no me afecta (aunque me tomé las pastillas por supuesto) y ya lo dice mi madre: manda narices que de pequeño era una tortura viajar con él porque se mareaba continuamente y ahora no se marea. Serán cosas de la edad.

Subscribe
Notify of
guest
0 Comments
Oldest
Newest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments