ALASKA, BROOKS FALLS (TERCERA PARTE)
Hola de nuevo, queridos y entusiastas seguidores seguimos con las aventuras en Alaska, la última frontera.
Después de la pasada con la hembra de lince canadiense, tocaba seguir camino hacia Homer, en el extremo sudoeste de la península de Katmai por donde nos estamos moviendo. En el camino hemos seguido intentando ver alces (Alces alces) y, por fin, tuvimos éxito; una hembra con tres crías, cosa que es bastante extraño, pues suelen tener solo una cría o como mucho dos. Igual la otra hembra estaba cerca o había muerto y la cría había sido adoptada. No ha sido un macho espectacular con sus cuernas inmensas, pero ha estado bien. Estaban muy tranquilos comiendo en un claro y nos han permitido estar un buen rato con ellos.
Por fin llegamos a Homer que está en un brazo muy largo de tierra; hay unos inmensos altavoces para avisar de maremotos, ya que es una zona muy expuesta.
Toda la costa de Alaska está incluida en el cinturón de fuego del Pacífico: Japón, Kamchatka, costa oeste de América del Norte, Centroamérica y los Andes. Debido a esta situación se producen numerosos terremotos, con los consiguientes maremotos que, al no tener ningún obstáculo en el inmenso océano Pacífico, forman olas inmensas.
El mayor tsunami registrado fue en esta zona en el año 1958; tras un terremoto de 8,3 M se formó un megatsunami con una ola de 560 metros que arrasó la bahía Lituva y causó el desplome del glaciar que había en esa localización. Es la ola más grande jamás registrada. Así que hacen bien en estar prevenidos.
BAHÍA DE KACHEMAK
Nuestra primera mañana en Homer amaneció nublada y con algo de llovizna. Ese día empezábamos con una navegación por la bahía de Kachemak. Numerosas aves, sobre todo araos comunes (Uria aalge), araos colombinos (Cepphus Columba) y frailecillos crestados (Fratercula cirrhata). La estrella de la navegación han sido unas cuantas nutrias marinas (Enhydra lutris); la mayoría estaban tumbadas tan a gusto flotando en el mar y muchas de ellas con sus crías encima de ellas. También hemos visto numerosas gaviotas, ostreros, cormoranes y alguna foca.
La navegación no ha dado mucho más de sí, sobre todo porque el tiempo no ha acompañado mucho.
Después nos hemos ido a buscar grullas canadienses (Grus canadensis). Son muy bonitas, con la cabeza roja y el lomo de color marrón. Están en los mismos jardines de las casas y no son nada asustadizas, por lo que te puedes acercar mucho andando, al contrario de lo que pasa en España que siempre se quedan muy lejos.
BROOKS FALLS
Hoy y mañana nos toca uno de los platos fuertes del viaje, la visita a las Brooks Falls para ver osos pardos/grizzlies (Ursus arctos horribilis). Vamos en avioneta hasta el lago donde está la entrada al parque de Katmai. Este lago está conectado con el mar por el río King Salmon y es por ahí por donde suben los salmones hasta el lago para desovar y ahí esperan los osos para ponerse tibios a salmón.
Primero te dan una charla sobre cómo actuar si te encuentras un oso y mientras están dando la charla vemos por la ventana pasar un oso tranquilamente entre las cabañas del centro de visitantes.
Después de una caminata de unos 20 minutos por un paisaje espectacular llegamos hasta un punto donde te van tomando nota para acceder a las pasarelas. Mientras estás esperando en otras pasarelas más lejanas a las cascadas, pero con mucha actividad de osos, ya que no todos están en la cascada. Sobre todo, son las hembras con crías se quedan lejos de la cascada, pues allí suele haber machos adultos que pueden ser peligrosos para las crías, aunque en este momento están pendientes de pescar salmones y pasan bastante del resto.
Hay muchísimos osos repartidos por las distintas zonas y es muy curioso ver el comportamiento de cada uno de los osos, pues tienen su propia estrategia de pesca. Unos se quedan en una roca y cuando ven pasar un salmón cerca saltan a por él (sobre todo osas con crías que se quedan en la roca mientras mamá pesca), otros van deambulando por el río y cuando ven un salmón salen corriendo y se tiran a por él, otros están apostados en la cascada esperando a que algún salmón salte para salvar el desnivel, otros están en un puesto fijo, hay uno muy mayor que se llama Otis que está en una esquina donde el río se arremolina y debe llevar los salmones hasta allí porque se pone las botas (la experiencia es un grado) y, en fin, otros intentan quitárselo a los demás, en general con poco éxito. También se ven numerosos osos caminando por las orillas del río. La verdad es que no esperaba ver tantísimos osos.
Es curioso porque unos metros más abajo en el mismo río hay unos cuantos pescadores y los osos no les hacen ni caso. Como hay comida para todos, para qué pelearse.
Una vez que termina tu hora de estar en las pasarelas tienes que volver a salir y ponerte en la lista otra vez, por lo que nos pasamos un buen rato allí con los osos.
Los dos días han sido parecidos, aunque siempre hay algo diferente.
El primer día estaba nublado, sobre todo a la ida, y las vistas no fueron muy buenas, en cambio el segundo día estuvo despejado y pudimos tener unas vistas impresionantes de esta zona totalmente salvaje, pues no hay ningún asentamiento humano. Hay muchísimas localizaciones para ver osos y otro tipo de fauna, pero el acceso siempre es complicado y al no haber carreteras, dependes de los hidroaviones y de que haya algún sitio para amerizar.
El segundo día, cuando íbamos hacia las cascadas, nos encontramos un oso que venía caminando tan tranquilo por el camino; nos apartamos a un lado y pasó a un par de metros de nosotros sin hacernos ningún caso, alucinante la experiencia. A la vuelta también otro oso que se estaba paseando por el centro de interpretación.
El segundo día nos paramos también en otra zona lacustre antes de llegar a las cascadas y allí había también osos, aunque aislados, pero con un fondo de las montañas espectacular. También grupos muy numerosos de serretas (Mergus serratus) y algún que otro pato. Lo mejor de esta zona, el paisaje impresionante entre montañas altísimas y los osos con ese fondo majestuosos.
Ya parecía que habíamos acabado con las experiencias, pero a la hora de ir al hidroavión vemos algún oso que está paseando tan a gusto por la orilla entre los aparatos y un poco más lejos una hembra con dos crías muy pequeñas que están jugando, subiéndose a su madre. Un final de fiesta impresionante.
La experiencia de estas cascadas me ha parecido una pasada, desde luego es algo imprescindible a hacer si se va a Alaska, ya que ver tal cantidad de osos en tan variadas actividades y localizaciones es una increíble. Un poco demasiado civilizado lo de las pasarelas, pero está bien y tampoco hay que esperar mucho; como además tienes la zona anterior a las pasarelas, pues te entretienes mientras esperas y aquí hay menos gente. El camino hasta las cascadas y el acercamiento con el hidroavión son espectaculares también.
Después de esta magnífica experiencia, nos tocaba volver a nuestro camping en Homer, tras una nueva salida a buscar grullas canadienses, que al día siguiente nos tocaba ir hacia nuestro último destino, Seward, donde nos esperaban más emociones y no pequeñas.
Hasta la siguiente entrega queridos lectores, seguro que la estáis esperando ansiosos por conocer más aventuras de las experimentadas en este increíble y salvaje territorio: Alaska, la auténtica última frontera.