ALASKA, SEGUNDA PARTE

Osos

Aquí estoy otra vez, ahora con la segunda parte de mi viaje por Alaska, uno de los territorios más salvajes que aún quedan en nuestro planeta.

Después de las magníficas jornadas con loas pigargos cabeciblancos o águilas calvas (Haliaeetus leucocephalus) nos tocaba cambiar de localidad y nos vamos a Homer.

En el camino seguimos intentando ver alces, el tercer gran objetivo del viaje, pero sin éxito.

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LAKE CLARK

En el camino hacemos una parada, pues tenemos nuestra primera visita a los osos pardos (Ursus arctos) en el lago Clark. Embarcamos en el hidroavión que nos lleva a este lago, situado entre las montañas del otro lado de la bahía, en el parque nacional que se llama, como no podía ser de otra forma, Lake Clark National Park.

Este lago es muy frecuentado por pescadores de salmón que hacen el viaje solo para pescar 3 salmones por persona. Hay un gran número de barcas esperando en fila en la desembocadura de un río donde son más abundantes los salmones; una vez que los integrantes de una barca han pescado sus tres salmones de la cuota, se retiran a limpiar el pescado y dejan sitio al siguiente bote. Los únicos que estábamos haciendo fotos en vez de pescar éramos nosotros. Aunque había bastantes barcas no nos molestaban, pues nosotros nos poníamos en un lado.

Oso comiendo salmón

Está claro que en ese punto también se aglomeraban los osos, para pescar o para comer de los restos de los salmones que dejan los pescadores después de limpiarlos.

En este lago vimos un buen número de osos. Una hembra con tres crías ya creciditas (serían del año pasado y a punto de emanciparse) que estaban en el agua disputándose los restos de los salmones; uno de ellos debía ser un macho, pues era ya casi igual de grande que la madre, y cada vez que la madre cogía un resto de salmón le gruñía hasta que se lo dejaba. También vimos varios ejemplares sueltos que se asomaban por las orillas o que bajaban por las orillas del riachuelo en busca de una buena pieza, a menos de 5 metros de los pescadores.

Oso hembra con tres crías
Oso hembra con tres crías

Uno de los mejores momentos de la tarde fue una hembra que apareció por el camino que llegaba hasta la cascada con tres crías, esta sí de este año y muy pequeñas. Al lado había un ejemplar joven que igual era la hermana mayor de los oseznos, pues estuvo siempre cerca y la madre no hizo intención de echarla, cosa que hubiera pasado si no era familiar. Se tumbaron al sol, estuvieron jugando y en un momento determinado, la madre se tumbó y los oseznos comenzaron a mamar, una maravilla.

Después decidimos ir dando la vuelta al lago para buscar otras zonas con fauna. Vimos unos cuantos osos aislados por las islas de vegetación del lago y nos metimos en un paso bastante angosto en donde se veían un par de castoreras, aunque no a los castores.

Osos jugando en el agua

Cuando volvíamos hacia la parte principal del lago, justo delante de nuestra barca, vimos a un oso negro (Ursus americanus); este oso es más difícil de ver, pues al ser más pequeño va evitando a los pardos y no se acerca a las zonas de salmón. Después de cruzar a nado se quedó un buen rato acicalándose y comiendo bayas, por lo que lo pudimos ver bastante bien, aunque entre las matas.

Por fin, volvimos otra vez a la zona principal de los osos y después de un buen rato, nos dirigimos hacia el hidroavión para regresar a la autocaravana.

Oso negro
Oso negro
Oso pardo

No lo he comentado antes, pero el vuelo en hidroavión es una maravilla, con unas impresionantes vistas de las cordilleras que rodean estos lagos a los que solo se puede acceder por este medio. Esto hace que nunca haya demasiada gente, pues los hidroaviones son los que son y el precio no es bajo, por lo que no puede haber nunca mucha gente. Lo que es alucinante es que la gente pague lo que vale un vuelo en hidroavión para pescar tres salmones.

Nos vamos ya a Homer para pasar la noche y prepararnos para otro traslado al día siguiente, lo que no pensábamos es que esa mañana íbamos a tener una de las grandes sorpresas de este viaje.

Hidroavión

Lince canadiense (Lynx canadiensis)

Con el título ya os he desvelado la sorpresa, pero es que no podía esperar más.

En un viaje como este, los objetivos principales son los tres grandes de Alaska (me acabo de inventar la denominación): oso pardo, águila calva y alce. Son fáciles de ver, pues vas a zonas donde se aglomeran para comer y sería un poco decepcionante no verlos en un viaje a esta zona y en esta época. Sería algo así como sentarse en un pajar y clavarse la aguja.

Luego hay animales que siempre uno espera ver, pero que es consciente de que es muy difícil y lo normal es que se vuelva con ellos en la lista de tareas pendientes. Uno de ellos es el lince canadiense, en realidad, cualquier tipo de lince si exceptuamos nuestro lince ibérico (Lynx pardinus) que, por suerte, en las zonas donde se concentra es relativamente fácil de ver.

Bueno, vamos al lío…

Lince
Lince

Como seguíamos sin ver alces, nos fuimos a otras zonas, todas espectaculares, buscando al gran ungulado y tampoco tuvimos éxito. Después de estar un rato buscando por un último camino, llegamos a una charca y como a mí me gusta hacer fotos de todo bicho viviente, pues le pedí a Javi que parásemos, pues seguro que alguna limícola había.

Las expectativas eran tan altas que Javi y otro del grupo (solo éramos 4) bajaron con las manos en los bolsillos y sin la cámara. Según llegamos a la charca, efectivamente había una limícola, y un poco más allá me fijo y allí estaba sentada en el suelo una preciosa hembra de lince canadiense observando atentamente desde la orilla. Avisé al resto del grupo y los que habían bajado sin la cámara hicieron los 50 metros que nos separaban de la autocaravana y la vuelta como si fueran Carl Lewis (Javi con chanclas incluidas). No sé si fue más espectacular la carrera o el lince.

Lince canadiense

Estuvo un rato apostada y posteriormente se dirigió hacia el fondo, alejándose de nosotros entre las matas; por suerte no era muy tupida y la podíamos seguir de lejos. De vez en cuando se acercaba al camino y luego se alejaba, buscando algo que cazar e inmutable a nuestra presencia.

Cuando estábamos allí, se paró un coche de los guardas del parque y me preguntaron que qué se estaba viendo y cuando les dije que un lince, me comentaron que era la primera vez que se avistaba un lince por esa zona y que podía ser una hembra que tenía su zona de campeo un poco más lejos.

Después de un buen rato siguiéndola desapareció definitivamente de nuestra vista; los demás siguieron avanzando y yo me quedé un poco retrasado viendo a ver si la localizaba entre las matas. En un momento dado, me di la vuelta y allí estaba, mirándome desde la orilla del camino; justo después emprendió la marcha, cruzó la pista forestal y se perdió entre la maleza del otro lado de la pista, yendo hacia donde nos habían comentado que tenía su territorio.

 

Lince

Fue efectivamente uno de los momentos más especiales del viaje y de otros viajes, porque ver a un animal tan esquivo y difícil de ver, así por sorpresa y sin esperarlo, es mucho más satisfactorio que cuando vas a una cascada donde sabes que hay un montón de osos.

Además, no puedo negar que el lince es mi animal favorito y disfrutarlo de esa manera hizo que ya mereciese la pena el viaje, aunque aún quedaban muchos avistamientos, esperados e inesperados, y alguna auténtica sorpresa como ya os contaré en las próximas entregas de este espectacular viaje.

See you in the next chapter!

That’s all folks!

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