ALASKA, KENAI FJORDS (CUARTA PARTE)

Ballena

Hola de nuevo, ya estamos llegando al final de nuestra aventura por las tierras de Alaska, un territorio inmenso, increíble, salvaje y muy poco poblado, con muchas posibilidades de disfrutar la naturaleza de forma muy intensa.

En esta última parte, volveremos a tener una experiencia de esas únicas e inesperadas que hacen que un viaje sea extraordinario, pero vayamos al lío.

Después del traslado, y de intentar otra vez ver a los colimbos, que seguían al otro extremo del lago, llegamos a Seward, desde donde haríamos nuestras últimas actividades.

Al llegar al camping, otra vez la misma historia. Hay un señor que en nuestra plaza deja su coche (su autocaravana está al lado) y que si queremos, que ocupemos la de al lado, que está libre. Al final, después de un rato le convencemos de que deje libre la plaza, coloca el coche delante de su autocaravana y enseguida se ocupa la otra plaza. Son un poco cabezotas estos estadounidenses.

BALLENAS

Hoy hacemos una navegación por el parque nacional Kenai Fjords para buscar cetáceos y aves marinas.

Es un barco pequeño y solo vienen otros 4 pasajeros, así que tenemos sitio de sobra, pues tampoco son fotógrafos.

Al salir vemos varios frailecillos, tanto crestado (Fratercula cirrhata) como corniculado (Fratercula corniculata), cabras de las Rocosas muy lejos, gaviotas, araos y cormoranes. En un islote hay una colonia de leones marinos de Steller (Eumetopias jubatus) y un par de machos se están peleando, saltando uno al agua para evitar que la pelea tenga mal final para él, pues pesa la mitad que su contrincante.

Tras un rato de navegación vemos un grupo de cuatro o cinco ballenas jorobadas o yubartas (Megaptera novaeangliae) que van a una buena velocidad. Nos comenta el capitán que se dirigen a una zona donde ya se encuentran unos 20 ejemplares.

Ballenas
Ballena

Cuando llegamos, vemos al grupo de 25 ballenas más o menos (en una foto que tomé del conjunto se podían distinguir más o menos esa cantidad, lo que no implica que hubiera más).

Cuando ya estábamos allí, han empezado a saltar, a golpear el mar con las aletas, a bucear formando una red de burbujas, que es lo que hacen para que los bancos de peces se agrupen y así poder salir del agua con la boca abierta para comer los peces.

No sabes dónde dirigir la cámara, pues cuando estás siguiendo una, ves por el rabillo del ojo a otra que salta o a una cría que sale un poco del agua. Ha habido varios saltos simultáneos. Pero lo mejor de todo es cuando ves salir varias con la boca abierta para atrapar a los peces.

Fratercula Cirrhata

Aunque hay mucha actividad y es un poco estresante no poder atender a todas las cosas que están pasando a la vez, lo de pillarlas sacando la boca abierta se puede prever. Mientras están buceando, la superficie del agua se llena de gaviotas flotando y cuando se ponen todas a volar es que va a salir la ballena con la boca abierta. Vamos para no acabar como Pinocho en el vientre de la ballena o para aprovechar a comer los peces que quedan aturdidos por la acción de las ballenas.

Lo que es un poco raro es que no es la época de alimentación de las ballenas y cuando sacan la boca no se ven peces saltando entre las mandíbulas abiertas. Nos comentan que puede ser que no estén pescando de verdad, y solo estén enseñando a las crías cómo hacerlo. Desde luego, tiene lógica, pues no se ven peces o muy pocos.

Yo esperaba ver alguna ballena, con un poco de suerte algún salto, pero el espectáculo que nos han ofrecido ha sido magnífico y muy difícil de observar.

Ballenas
Ballenas

Cuando estábamos ya un rato allí, nos comenta el capitán que debemos irnos porque hay que ir a ver también el frente de un glaciar. Lo que decía antes, sobre los estadounidenses; estás viendo un espectáculo único, exclusivo e increíble, con solo dos barcos más aparte del nuestro, y ya estaban aburridos de verlo (en vez de mirar a las ballenas se habían puesto a comer) y, como la excursión decía que había que ir a ver un glaciar, pues hay que irse. No digo que ver el frente de un glaciar no sea espectacular, pero lo que estábamos viendo era único y solo pasa una vez en la vida y glaciares en Alaska tienes para dar y repartir.

El glaciar Holgate está bien, pero cuando has visto los de Patagonia, Groenlandia o la Antártida, pues queda un poco deslucido, ya que tampoco era espectacular ni tenía nada de especial. A la vuelta, nos encontramos de nuevo con focas y leones marinos y un grupo muy numeroso de nutrias marinas, muchas de ellas con sus crías a cuestas.

El día, con el regalo de las ballenas, ha quedado muy apañado y será difícil olvidar el espectáculo que nos ha brindado hoy la Madre Naturaleza en un lugar donde es la reina absoluta y el ser humano queda totalmente encogido y diminuto ante tamaña grandiosidad. Gracias Pachamama, como la llamaban los incas.

GLACIAR EXIT

Nuestro último día en Seward está un poco como reserva por si el tiempo no permite hacer alguna de las actividades principales del viaje; como hemos tenido suerte y se ha podido hacer todo, pues hacemos la excursión al glaciar Exit que es lo que estaba previsto. Es un glaciar de montaña que me recuerda bastante a los que vimos en Nueva Zelanda; al llegar arriba se puede ver toda la zona de alimentación y la caída de la lengua de hielo. Es muy bonito y buena actividad para acabar el viaje y estirar un poco las piernas.

Además de algunas aves, hemos visto un grupo bastante numeroso de marmotas que son muy curiosas y se asoman a vernos.

Durante la bajada he tenido la patochada del viaje. En una zona que era bastante empinada y con piedras bastante grandes he puesto mal un pie y me he ido hacia el lateral del camino. He estado a punto de caerme por un precipicio con caída libre, aunque por suerte los árboles han hecho de tope.  Desafortunadamente, la parada ha sido con la cara y las gafas contra un árbol, pero no vamos a quejarnos mucho que podría haber sido una tragedia. Por suerte, en ese momento iba solo y no lo ha visto nadie. Tengo que ponerme en serio a perder peso, que no estoy muy ágil en estos parajes.

Glaciar Exit
Glaciar

Ya solo nos quedaba volver a Anchorage y en el camino hicimos varias paradas. Aunque las distancias no son largas, las carreteras son muy sinuosas y se va lento y, además, como aprovechan el verano para hacer obras en las mismas, pues más lento aún.

Ya en Anchorage, visitamos una zona lacustre donde pude disfrutar de diversos pajaritos y un parque ya en el mismo Anchorage con numerosas anátidas.

Ya estaba todo el pescado vendido los días anteriores y ya quedaba recordar los magníficos momentos vividos en la naturaleza con la increíble fauna de este inmenso estado, recordad que su superficie es más de tres veces la de España.

Frailecillo
Pájaro

Los pigargos vocingleros o águilas calvas muy atractivos y entretenidos, con numerosos vuelos y actividad. Un ave poderosa y muy, muy impresionante.

Los osos una maravilla, tanto en el lago Clark como en las Brooks Falls. Además del magnífico espectáculo que nos brindaron con sus actividades de pesca, el acercamiento en hidroavión sobre unos paisajes que quitan el aliento, una pasada auténtica.

Las ballenas, increíble y único el espectáculo que nos brindaron, sé que será casi imposible repetirlo, pero te quedas con ganas de volver a intentarlo.

Picarejo
Foca
Nutrias
Nutrias

La gran sorpresa del viaje, la hembra de lince canadiense; fue un encuentro totalmente inesperado y por lo tanto muy emocionante. Es lo que tiene andar por la naturaleza casi virgen de este maravilloso espectáculo de la naturaleza que es Alaska.

En fin, los paisajes son absolutamente impresionantes, mirases hacia donde mirases te dejaba sin aliento. Desde luego Alaska puede estar contenta de que se le llame la última frontera y de poseer tantísimos emplazamientos de naturaleza salvaje sin que esté influenciados por la huella del ser humano (y eso que estábamos en la zona más habitada).

Seguro que volveré, pues me queda mucho terreno por explorar.

¡Hasta pronto lectores!

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